Hablar. Caminar. Pensar. Crear.
- Ilaria Merizalde
- 3 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 7 días
Mi mejor trabajo empieza con una nota de voz
Cuando necesito avanzar en un proyecto, especialmente uno importante como una estrategia de marca o la reescritura de una página principal, no me quedo sentada frente a la pantalla esperando que aparezca la claridad. Me pongo los zapatos y salgo a caminar.
No solo camino. Hablo. Conmigo misma. Sí, literalmente.
Pienso en voz alta (y para crear)
Caminar mientras hablo me ayuda a procesar ideas de forma natural. No busco que suene perfecto ni claro desde el principio. Simplemente digo lo que pienso en voz alta.
Eso me permite:
- Organizar conceptos complejos
- Encontrar conexiones entre ideas
- Hacerme las preguntas clave
Y todo esto sin estar frente a una hoja en blanco. No me bloqueo. No me paraliza la perfección. Solo camino, reflexiono, y grabo.

De la grabación al contenido
Casi siempre grabo notas de voz usando los auriculares del celular. A veces uso la app de notas, pero prefiero el audio porque me permite fluir sin detenerme a revisar el dictado. Y si hay dudas de lo que dije, puedo escuchar la grabación.
Más tarde, reviso la transcripción (con todo y errores debidos al viento, a mi acento, etc.), y lo edito rápidamente solo para que sea claro el sentido de las frases. En no más de 10-15 minutos ese archivo desordenado se convierte en valiosa materia prima.
Ahí es cuando entra la inteligencia artificial.
Cómo uso la IA (y para qué no)
Una vez tengo un texto más o menos claro, lo paso por una herramienta de IA generativa. No necesariamente para que escriba, sino para ayudarme a estructurar la información:
Me sugiere un esqueleto
Me muestra huecos en la lógica
Me lanza preguntas que no había considerado
La IA me ayuda a ver con más claridad lo que ya sé. A veces solo necesito perspectiva. No delego la creatividad, la potencio.
¿Siempre funciona? No. Y eso también está bien
Este proceso me ha salvado cuando tengo exceso de información y no sé por dónde empezar. En un proyecto reciente, usé esta técnica para encontrar el corazón de una marca. Y con eso armé las bases para un sitio web completo.
Pero otras veces ni eso alcanza.
Si el problema de fondo es que no tengo claridad estratégica o que estoy saturada de datos mal organizados, ninguna herramienta me va a resolver el nudo. Ahí necesito parar, repensar, y volver al origen:
¿Qué quiero decir realmente?
Esa es la verdadera pregunta.
La IA como compañera (no como jefa de redacción)
Uso la IA como editora estructural, como compañera de lluvia de ideas, como filtro lógico. Pero rara vez le pido opiniones sobre lo que escribo. Porque la IA tiende a “querer quedar bien” y no siempre te desafía.
Lo que sí hace muy bien:
- Asegura un flujo lógico
- Detecta incoherencias
- Me ayuda a ahorrar tiempo en la parte más mecánica
Y eso me deja más espacio mental para la parte más creativa.
El secreto: empezar desde ti
El mejor contenido no nace de una herramienta. Nace de tu forma de pensar.
Y por eso mi consejo es simple:
Habla contigo mismo/a.
Graba.
Escucha.
Y luego, da forma con ayuda de la tecnología.
La IA no reemplaza tu experiencia ni tu criterio. Pero sí puede ayudarte a organizar, profundizar y transformar tus ideas en algo accionable.
¿Te atascaste con un proyecto?
Prueba esto: sale a caminar y graba lo primero que te venga a la cabeza. Poco a poco, tus ideas creativas, tus estrategias y tu punto de vista se revelarán uno por uno.
Este artículo fue creado y editado por mí, basado en mi estrategia. La IA me ayudó a traducirlo del inglés.